¿Existe el anonimato en internet?
Liskula Cohen es una modelo canadiense que se vio envuelta en una controversia seria con Google, al exigirle que entregara los datos de un usuario que había utilizado su blog para hacer unos comentarios no muy agradables sobre ella. ¿La novedad? Que la ley falló a su favor y Google tendrá que entregar los datos del usuario, quien podría ser demandado por difamación.
Las voces ya se alzaron en contra de la decisión del tribunal tomando la libertad de expresión como principal bandera de lucha, pero en mi opinión hay un tema de fondo mucho más serio: cuán válido es el anonimato en Internet.
Detrás de un nick y un correo falsos, todos podemos dar rienda suelta a nuestros más bajos instintos. El término troll se ha utilizado desde los principios de la red para denominar a los usuarios que se dedican a derramar cizaña e insultos (fundados o no) detrás de la seguridad del anonimato. Pero el fallo de la Corte de Suprema de Manhattan a favor de Cohen podría indicar que estos tiempos se acabaron o que, al menos, podríamos estar viendo el principio del fin.
El gran problema con el anonimato no es la libertad de expresión, sino la imposibilidad de que las personas se hagan efectivamente responsables de sus dichos y acciones. Es evidentemente mucho más fácil atacar a diestra y siniestra con un nick que dando nombre y apellido. Pero estamos atravesando una época donde justamente los Nicks van quedando atrás.
La aparición de las redes sociales han logrado que los usuarios trasladen sus datos “reales” a la web. Y si bien aún falta para que nos tenga a todos identificados, la mayoría de quienes estamos relacionados directa o indirectamente con Internet ya trasladamos gran parte de nuestras vidas reales al mundo virtual.
La libertad de expresión en Internet (en el mundo real) no pasa tanto por qué se dice o cómo se dice, sino por ser lo suficientemente responsable como para asumir las consecuencias de lo dicho. Sin embargo, el anonimato ha ido de la mano del desarrollo y crecimiento de Internet y un fallo entre tantas demandas por los datos de usuarios anónimos no debería asustar mucho, ¿o sí?
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Categoría: Opinión.
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