Las ideas y la fuerza, en la nueva revolución mundial con Internet
La existencia de los nuevos recursos informáticos despierta expectativas tan grandes que hay quienes se refieren a ellos como a una «nueva revolución mundial»:
En los últimos quince años más o menos, la lenta convergencia de las computadoras y las comunicaciones se ha parecido a una revolución silenciosa para quienes han estado involucrados en ella. En contraste con la fuerza bruta y la energía de la Revolución Industrial (una extensión de nuestra fuerza muscular, a través del acero y el vapor) la «sociedad de la información» ha llegado a estar ampliamente presente en las escenas de la vida cotidiana hoy en día. Las tecnologías así empleadas, son con mucho más abstractas que la caldera o el pistón y para el hombre de la calle, el electrón y el protón habitan un espectral fantasma a tal grado que el mundo se parece más a la magia que a la ingeniería.
Pero se trata de una magia orientada por reglas e intereses específicos. Aún así, la idea de que nos encontramos en una revolución de nuevo gremio, no necesariamente orientada por criterios políticos, sino por cambios de fondo en la internacionalización de las economías y la generación del conocimiento, ha permitido desplegar nuevos marcos conceptuales como el que ha divulgado el Club de Roma. Esa coalición de expertos tituló a su Informe de 1991, precisamente, como
La Nueva Revolución Mundial, en donde se dice:
La revolución global no tiene bases ideológicas. Está siendo moldeada por una mezcla, sin precedentes, de terremotos geoestratégicos y por factores sociales, económicos, tecnológicos, culturales y éticos. Las combinaciones de tales factores conducen a situaciones impredecibles. En este período de transición la humanidad, por lo tanto, está enfrentando un doble desafío: tener que buscar a tientas su camino hacia un entendimiento del nuevo mundo que todavía tiene tantas facetas ocultas y, también, en las tinieblas de la incertidumbre, aprender a dirigir a ese nuevo mundo y a no ser dirigida por él. Nuestro objetivo debe ser esencialmente normativo: para visualizar la clase de mundo en el que nos gustaría vivir, para evaluar los recursos (materiales, humanos y morales), para hacer nuestra visión realista y sustentable y entonces para movilizar la energía humana y la voluntad política para fraguar la nueva sociedad global.
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Categoría: Internet.
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